Había una vez una gran tortuga de mar solitaria llamada Ely que vivía en las profundidades del océano pacífico en una zona cercana a las cálidas aguas del golfo de California. Su cuerpo estaba recubierto por un duro caparazón brillante mezclando los tonos verdes, dorados y marrones.
A los pocos segundos de nacer, Ely aprendió a luchar por su supervivencia; desde la playa en la que sus padres la engendraron en forma de pequeño huevo debía alcanzar el mar a toda prisa si no quería ser presa de los depredadores que se alimentaban de pequeñas tortugas. A causa de este programa de supervivencia, hoy en día Ely solamente se preocupa de los aspectos básicos para salvar su vida; busca comida a las horas de menos ajetreo en el mar, se pone a salvo de los depredadores y descansa para reponer su energía.
Las tortugas acostumbran a llevar una vida solitaria pero curiosamente un día, mientras buscaba un rincón para descansar sin ser molestada por los cazadores de tortugas, se encontró en su camino a una anciana tortuga de nombre Estela con la que empezó una conversación sobre la sensación de soledad y vacío que sentía. Estela comprendió perfectamente a Ely y le explicó que cuando ella era joven también se había sentido de esa forma pero que un día casualmente llegó a sus oídos una historia sobre las corrientes marinas por las que viajan manadas de tortugas en busca de una playa y desde que inició aquel viaje años atrás nunca más había tenido esa sensación de soledad.
Ely sintió como su corazón se aceleraba al escuchar la historia de Estela porque ella tenía enterrado en su corazón un recuerdo borroso de la playa en la que nació y también recordaba una cálida luz en el firmamento nocturno que le sirvió de guía para adentrarse en el mar y salvar su vida.
Sintió por primera vez en muchos años ilusión y felicidad con la idea de reencontrar su lugar de procedencia pero esa ilusión duró poco tiempo porque en seguida aparecieron en su mente los pensamientos de no ser capaz de llevar a cabo una acción tan atrevida ¿Cómo iba ella sola a alcanzar algo tan lejano?.
Los días pasaban en la vida de Ely pero empezó a percibir en su interior una voz que le hablaba y que clamaba por salir al exterior. Cada vez más a menudo se sorprendía a si misma soñando despierta volviendo a su lugar de origen, a aquella playa solitaria iluminada por una cálida luz en medio de la oscuridad de la noche.
La tortuga Ely aprendió poco a poco a escuchar a su corazón, aprendió a reconocer que cuando apartaba el miedo, su corazón se abría y le hablaba de pertenecer a algo mucho más grande, de ser parte una parte importante del universo.
La escucha de sensaciones en su interior se hizo más intensa y lentamente fue reconociendo más alta y clara la voz de su corazón, una voz que con gran sabiduría la guió para aprender a descifrar las señales y casualidades que se cruzaban en su camino.
Un día mientras buscaba comida entre las algas de los pastos marinos escuchó una conversación entre un cangrejo y otro en la que el más vivaracho de ellos le explicaba al otro como había visto pasar una manada de tortugas marinas en dirección al golfo, le explicaba a su compañero que había sido una visión espectacular ver tantas tortugas juntas danzando a través de las corrientes marinas, comentó que le había parecido que desprendían una luz mágica.
Ely sintió que aquello que estaba escuchando era una clara señal, día tras día había aprendido a reconocerlas y haciendo caso a su intuición decidió que había llegado el momento de partir en busca de su gran ilusión y fue así como nadó todo lo rápido que pudo en busca de su sueño y a lo lejos divisó la gran manada de tortugas.
Por un momento su vista la hizo dudar, le pareció ver solamente una gran tortuga nadando, como si todas las tortugas se hubieran unido en un solo ser y justo ahí comprendió que ella también formaba parte de ellas, que todo está relacionado con todo, que todo influye en todo, que no estaba separada del mundo sino que era una parte más de él.
De forma natural se unió al grupo y empezó a experimentar la fuerza vital de las corrientes marinas que guiaban de forma dulce y natural su camino, no era necesario ningún esfuerzo para alcanzar su destino, Ely sonreía al recordar lo difícil que había creído su mente que debía ser eso, pero ahora era su corazón quien guiaba su vida. Por fin Ely se sentía feliz, se sentía parte del mundo y sentía por primera vez en su vida que estaba justo en el lugar que le correspondía.
En ese trayecto hasta el golfo aprendió mucho con sus compañeros de viaje y pudo celebrar con todos ellos la culminación de su sueño el día en el que alcanzó la playa en la que había nacido años antes, el día en que volvió al origen y comprendió que había sido necesario desandar el camino hecho hasta entonces para renacer a una nueva vida más plena, a una vida en la que fluir con las corrientes marinas, a una vida en la que fluir con el tao.
A los pocos segundos de nacer, Ely aprendió a luchar por su supervivencia; desde la playa en la que sus padres la engendraron en forma de pequeño huevo debía alcanzar el mar a toda prisa si no quería ser presa de los depredadores que se alimentaban de pequeñas tortugas. A causa de este programa de supervivencia, hoy en día Ely solamente se preocupa de los aspectos básicos para salvar su vida; busca comida a las horas de menos ajetreo en el mar, se pone a salvo de los depredadores y descansa para reponer su energía.
Las tortugas acostumbran a llevar una vida solitaria pero curiosamente un día, mientras buscaba un rincón para descansar sin ser molestada por los cazadores de tortugas, se encontró en su camino a una anciana tortuga de nombre Estela con la que empezó una conversación sobre la sensación de soledad y vacío que sentía. Estela comprendió perfectamente a Ely y le explicó que cuando ella era joven también se había sentido de esa forma pero que un día casualmente llegó a sus oídos una historia sobre las corrientes marinas por las que viajan manadas de tortugas en busca de una playa y desde que inició aquel viaje años atrás nunca más había tenido esa sensación de soledad.
Ely sintió como su corazón se aceleraba al escuchar la historia de Estela porque ella tenía enterrado en su corazón un recuerdo borroso de la playa en la que nació y también recordaba una cálida luz en el firmamento nocturno que le sirvió de guía para adentrarse en el mar y salvar su vida.
Sintió por primera vez en muchos años ilusión y felicidad con la idea de reencontrar su lugar de procedencia pero esa ilusión duró poco tiempo porque en seguida aparecieron en su mente los pensamientos de no ser capaz de llevar a cabo una acción tan atrevida ¿Cómo iba ella sola a alcanzar algo tan lejano?.
Los días pasaban en la vida de Ely pero empezó a percibir en su interior una voz que le hablaba y que clamaba por salir al exterior. Cada vez más a menudo se sorprendía a si misma soñando despierta volviendo a su lugar de origen, a aquella playa solitaria iluminada por una cálida luz en medio de la oscuridad de la noche.
La tortuga Ely aprendió poco a poco a escuchar a su corazón, aprendió a reconocer que cuando apartaba el miedo, su corazón se abría y le hablaba de pertenecer a algo mucho más grande, de ser parte una parte importante del universo.
La escucha de sensaciones en su interior se hizo más intensa y lentamente fue reconociendo más alta y clara la voz de su corazón, una voz que con gran sabiduría la guió para aprender a descifrar las señales y casualidades que se cruzaban en su camino.
Un día mientras buscaba comida entre las algas de los pastos marinos escuchó una conversación entre un cangrejo y otro en la que el más vivaracho de ellos le explicaba al otro como había visto pasar una manada de tortugas marinas en dirección al golfo, le explicaba a su compañero que había sido una visión espectacular ver tantas tortugas juntas danzando a través de las corrientes marinas, comentó que le había parecido que desprendían una luz mágica.
Ely sintió que aquello que estaba escuchando era una clara señal, día tras día había aprendido a reconocerlas y haciendo caso a su intuición decidió que había llegado el momento de partir en busca de su gran ilusión y fue así como nadó todo lo rápido que pudo en busca de su sueño y a lo lejos divisó la gran manada de tortugas.
Por un momento su vista la hizo dudar, le pareció ver solamente una gran tortuga nadando, como si todas las tortugas se hubieran unido en un solo ser y justo ahí comprendió que ella también formaba parte de ellas, que todo está relacionado con todo, que todo influye en todo, que no estaba separada del mundo sino que era una parte más de él.
De forma natural se unió al grupo y empezó a experimentar la fuerza vital de las corrientes marinas que guiaban de forma dulce y natural su camino, no era necesario ningún esfuerzo para alcanzar su destino, Ely sonreía al recordar lo difícil que había creído su mente que debía ser eso, pero ahora era su corazón quien guiaba su vida. Por fin Ely se sentía feliz, se sentía parte del mundo y sentía por primera vez en su vida que estaba justo en el lugar que le correspondía.
En ese trayecto hasta el golfo aprendió mucho con sus compañeros de viaje y pudo celebrar con todos ellos la culminación de su sueño el día en el que alcanzó la playa en la que había nacido años antes, el día en que volvió al origen y comprendió que había sido necesario desandar el camino hecho hasta entonces para renacer a una nueva vida más plena, a una vida en la que fluir con las corrientes marinas, a una vida en la que fluir con el tao.
Escucha a tu corazón y descubre que es lo que te hace vibrar de emoción , si está allí es por algún motivo, no apagues tu voz interior, alimenta tus sueños y ellos a cambio te regalarán momentos inolvidables.