Una de las manera de vivir el presente es hacer la práctica de la presencia tantas veces como lo necesites en el día, la técnica es tan sencilla que puede resultar absurda ya que se trata de sentir tus brazos y piernas en los momentos en que sientas que no estás presente y te has quedado enfrascada en pensamientos (normalmente de esos que dan vueltas y vueltas y no te llevan a ninguna parte).
Esta práctica es útil porque los pensamientos pueden hacerte enloquecer. No siguen una pauta concreta; en una fraccióon de segundo, pasan silvando peligrosamente del momento en el que te caiste de un columpio con cinco años a lo que vas a decirle a la persona que te dijo algo que te sentó mal ayer. Si sigues tus pensamientos te pierdes en fantasías, rencores y desengaños anticipados. Pierdes el punto de apoyo, no encuentras nada sólido a lo que aferrarte. LLegas al final del día y te preguntas dónde has estado. Y la respuesta es : "Perdida en mis pensamientos".
Tú ya estás en tu cuerpo, pero muy raras veces (por no decir nunca) te das cuenta de este hecho, porque te pierdes pensando en el pasado y en el futuro. Puesto que tus brazos y tus piernas están contigo ahora, ofrecen una perfecta pista de aterrizaje. No suelen ser tampoco un lugar lleno de emociones (como el corazón, la garganta o incluso los ojos), y por eso son apropiados para localizar tu conciencia despierta.
Por la mañana cuando estés en la cama empieza por sentir los dedos de tus pies y ve ascendiendo por todo el cuerpo, parte a parte, ve sintiéndolas y así aplicarás conciencia a tu cuerpo. Después durante el día cuando te sientas perdida para unos segundos y simplemente "siente" tus brazos y piernas.
Este sencillo gesto traerá tu mente de vuelta al momento presente, te dará una solidez parecida a la de una roca. Cuando estamos presentes nada nos falta y el tiempo se estira.
Extraido del libro de Geneen Roth "No más dietas"
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