domingo, 2 de febrero de 2014

Alberto el niño de la felicidad


Había una vez un niño que se llamaba Alberto y era un niño muy triste, nadie lo quería. En el colegio no tenía amigos y siempre le pegaban, maltrataban y hasta lo insultaban. En el patio nunca jugaba y  se quedaba en la sombra del árbol del colegio, miraba a todos los niños que estaban a su alrededor jugando y jugando sin parar.

Él se divertía jugando con su hermano Julio al piedra, papel, tijera y siempre, su hermano, le recordaba que él siempre estaría allí con él. Pero él sabía que no tendría una infancia muy feliz. Cuando llegaba a casa le contaba a su madre todo lo que le había pasado en el colegio y su madre no estaba muy contenta porque Alberto lo pasara mal y Julio no pudiese jugar en el recreo con sus amigos, aunque Julio tampoco estaba muy afectado por no poder jugar por su pobre hermano.

Después de dos semanas era el cumpleaños de Alberto. Invitó a todos sus familiares y alguno que otro amigo pero ninguno se molesto en  venir. Después de lo que le había pasado se paso todo el día llorando porqué se sentía muy avergonzado. Pero no solo por eso sino porque en el colegio se supone que cuando es el cumpleaños de alguien lo celebran pero eso con él no pasaba nunca.

Un mes después era su santo y solo su hermano Julio se acordó y como no, le tuvo que recordar a su madre Cristina y a su padre José. Pero esa misma noche no  podía dormir y entonces su madre Cristina le contó una leyenda, le habló de un sabio muy sabio al que hacían llamar el sabio de la felicidad. Le explico que vivía  en el medio del bosque de los mil enanitos en una casa de color azul, que solo come fruta y su pasión es el yoga.
Alberto le pregunto - Mama esta leyenda es cierta? - y su madre le contestó- No lo sé, pero puedes pensar lo que quieras y ahora a dormir! - Alberto respondió- Yo creo que es muy cierta-.

Su madre Cristina se fue de su habitación mientras Alberto hacia ver que dormía.
Cuando su madre cerró la puerta del todo espero cinco segundos y sin hacer el menor ruido cogió su bolsa de excursiones y dentro metió: Agua, fruta, protecciones, su collar de la suerte, un mapa donde indica donde esta el bosque y toda las esperanzas de encontrar al sabio de la felicidad.

Se vistió con: zapatillas de montaña, una camiseta de manga larga, un abrigo encima, unos pantalones bien cómodos y unos guantes de escalar. Y sin que nadie lo viera salió por la ventana en busca del sabio de la felicidad.

Cuando llegó al bosque de los mil enanitos entendió porqué se llamaba así, porque a cada metro que caminabas te acompañaba un enanito que te explicaba como era el sabio. Después de 1000 metros llegó a la casa de sabio.

Era una casa muy mona hecha con madera, con una chimenea de piedra y unas ventanas de vidrio. Al lado de la casa del sabio había un pequeño pueblo, el pueblo de los mil enanitos que daba referencia al bosque. Cuando los enanitos querían algo solo se lo tenían que decir y le daba todo lo que ellos quisieran, o sea que el sabio además de ser sabio era muy generoso.

Por fin llamo al timbre y descubrió quien era. Era un maravilloso hombre con el pelo negro, unos ojos muy brillantes, iba  vestido con ropa cómoda y era un poco de yoga. Le invito al salón y vio que su casa era como una clase de yoga. Yoga por aquí yoga, por allá, hasta le invito hacer una clase de yoga, después de hacer la clase Alberto se quedó mucho más relajado y el sabio le invito a ver la exposición de la sonrisa.

Era una sala a la que el sabio había dedicado a la sonrisa, una sala llena de fotos de gente a la que él había hecho feliz, habían unas 875 fotos.

Después enseñó a Alberto a hacer amigos y a ser feliz. Alberto veía como poco a poco su felicidad volvía a él, antes de irse Alberto entregó al sabio su collar de la suerte porque gracias a él ya no lo necesitaría más.

Y así es como Alberto descubrió la felicidad y una nueva amistad.

Alberto por fin hizo amistades en el colegio y paso de estar en la sombra de un árbol a jugar con sus amigos, incluso hizo un gran amigo que se llamaba Carlos y lo que más le gustaba era llegar a casa y explicarle cosas super chulas que le habían pasado en el colegio.

Se sentía muy feliz con su nueva vida y su familia le hizo una fiesta sorpresa, lloró de felicidad porque habían venido familiares y amigos. Su madre Cristina, su padre Jose y su hermano Julio estaban muy contentos del esfuerzo que había hecho Alberto. Pero Alberto cada día se preguntaba que habría sido del sabio de la felicidad.  

Sara Tienda (9 años)